viernes, 20 de enero de 2012

EL JUICIO DE NUREMBERG.



Nací en Rosenheim (Baviera) y mi nombre es Hermann Wilhelm Goering, tengo 52 años y soy el comandante en jefe de las Fuerzas Aéreas alemanas (Luftwaffe) y el segundo líder de la Alemania nazi. He conquistado Polonia, Noruega, Dinamarca, los Países Bajos, Bélgica y Francia. He bombardeado ciudades enteras, como Rotterdam y Coventry y estoy más que orgulloso de ello, lo hice por mí y por Alemania. La guerra es así, o matas o te matan.


Yo personalmente no me arrepiento de nada y de hecho estoy convencido de que todos mis actos han sido por el bien de la humanidad. Soy fiel a Hitler y por nada del mundo traicionaría su honor.
Terminada la guerra me entregué voluntariamente al ejército de los Estados Unidos, me trataron mas como un dignatario que como un prisionero de guerra. Una mañana, la prensa quería entrevistarme. Por supuesto que dije que si, me engalané con mi traje y mis medallas, me senté bajo los árboles de la casa en la que me alojaba, y gocé de la entrevista para los estadounidenses. Sinceramente me sentía por encima de todo. Una de las preguntas que me hicieron me dejó sin aliento, ¿se da cuenta de que su nombre está en la lista de criminales de guerra que serán juzgados? Sinceramente la pregunta me sorprendió, respondí que no, ni que tampoco sabía porque tenía que estarlo. A partir de aquí empecé a estar mal, no quería continuar con esto. ¿Por qué iba a ser juzgado como criminal de guerra?, ya que el trato que me estaban dando era contradictorio a esto.

Días después me trasladaron a un centro de interrogación de prisioneros, e inesperadamente pasé de ser una celebridad a no ser nadie. Me despojaron de mis medallas, me retiraron mi daga ceremonial y mis insignias. A partir de aquí me di cuenta que las cosas no iban bien.

En agosto de 1945, después de 3 meses de arresto, me trasladaron como un preso a una de las celdas del palacio de justicia. Un mes después pude comprobar como 22 jerarcas nazis, compañeros de guerra, ocupaban las distintas celdas del palacio. Allí nos encontrábamos 23 de las personas que llegamos a controlar el destino de Europa. La cosa se ponía más fea que nunca. Íbamos a ser juzgados por algo que no tenía sentido.

Antes de meterme en la celda quiero contaros que me pasó algo humillante, me examinaron a fondo, me obligaron a desnudarme, solo pude comentar,-“estoy demasiado gordo”. Me quedé mudo, estaba subordinado como un cordero a punto de morir, me hicieron un completo examen médico, incluyendo una exploración rectal que fue extremadamente humillante para mí. ¿Qué buscarían? Cuando abandoné la celda de reconocimiento ya no tenía ninguna de mis pertenecías, me habían quitado todo. Seguidamente me trasladaron a mi celda. Cuando llegué a la puerta, allí estaba escrito mi nombre H. GOERING, bajé la cabeza y entré en ella. Dentro, cuando ya estaba solo, pensé en suicidarme, pero todo parecía haber sido examinado para evitarlo. Solo había una mesa y una silla, destartaladas, frágiles, no soportarían ni mi peso. A la izquierda estaba la litera, anclada a la pared, realmente la celda era minúscula, no me quedaba otra que animarme y seguir adelante.


Por la noche nos hacían dormir con las manos esposadas y visibles, un guardia siempre estaba vigilando la celda, me miraba continuamente. ¡Que trabajo tan aburrido!, en algún momento pensé que disfrutaba con las vistas, el comandante de la Luftwaffe esposado como un preso y durmiendo en un litera dura y pequeña. ¿Quién me lo iba a decir a mi esto hace unos años?

Los días seguían pasando lentamente y a pesar de la vigilancia extrema que teníamos, el doctor Robert Ley logró suicidarse ayer por la noche. Se ahorcó con la cremallera de su prenda de abrigo, fue al servicio, y la ató alrededor de la cañería pudiendo de esta forma poder estrangularse. Antes se metió trapos en la boca para evitar los gritos de sufrimiento, que triste que tengamos que huir de esta forma, estoy bastante afectado con todo esto, me voy a dormir.

Desgraciadamente, Hitler, Joseph Goebbels y otros dirigentes de la cúpula nazi se han suicidado, creo que se esperaban algo parecido a lo que vamos a vivir. No se lo que me deparará el futuro, pero repito que no será nada bueno. Creo que Heinrich Himmler, el gran jefe de las SS, ha sido capturado con vida. Según me han contado los compatriotas, cuando llegó le pidieron que abriera la boca para un examen médico, y dicen que mordió la cápsula de cianuro escondida en sus molares muriendo delante de ellos, es una manera de escapar de la justicia, de librarse de todo este proceso que nos espera.
Los aliados uno tras otro han ido arrestando a todos los jefes militares del Reich, personas que han dirigido la máquina de guerra nazi.

Al día siguiente lo primero que hicimos fue elegir a nuestros abogados y preparar la defensa. Hoy es 20 de noviembre de 1945, 20 acusados y el que habla entramos en la sala y por primera vez vimos a los hombres que nos iban a juzgar. Tenemos un largo proceso por delante, pensé.
Cuando llegamos miré a mi alrededor, sentí como los nervios recorrían mis entrañas, como gotas de sudor resbalaban por mi cuerpo, realmente sentí miedo. Frente a nosotros, en un estrado se encontraban 8 jueces, dos por cada país aliado, Gran Bretaña, Francia, EEUU y la Unión Soviética, presididos todos ellos por el juez británico Geoffrey Lawrence. Las malditas naciones nos acusan de crímenes y abusos contra la humanidad, cometidos supuestamente en nombre del III Reich desde el 1 de septiembre de 1939 hasta el 1 de mayo de 1945. La culpa de todo esto la tiene Churchill, que fue el primero que empezó a hablar de crímenes de guerra, a éste se le unieron posteriormente Stalin y Roosvelt.


El juicio había comenzado, los fiscales empezaron a leer los cargos. Fue necesaria toda la mañana para describir los cuatro cargos de los que se nos acusaban, el juez los leyó en alto en el siguiente orden:
1. Conspiración para tomar el poder y establecer un régimen totalitario en Alemania.
2. Iniciar y librar una guerra ofensiva.
3. Crímenes de guerra llevados a cabo en países ocupados por las fuerzas armadas germanas y en alta mar.
4. Crímenes contra la humanidad, esclavitud y exterminio por motivos raciales y religiosos.

Acto seguido, los jueces nos pidieron que nos levantásemos y declarásemos si éramos culpables o inocentes frente a estos cargos. Yo fui el primero en tomar la palabra. Cuando me levanté me sentí muy pequeño en la sala, todo el mundo me observaba con ojos de venganza, de rabia. Mis palabras fueron las siguientes:
- “Antes de responder a la pregunta de si soy o no culpable…” - en ese momento escuché tres golpes producidos por el martillo del juez, me había interrumpido sin más, el juez comentó. – “Informo a la sala que a los acusados no les está permitido hacer declaraciones. Debe pronunciarse sobre su culpabilidad o inocencia.”, a lo que respondí brevemente. –“Soy inocente”.

“-Rudolf Hess”- continuó el juez, él respondió un simple no, a lo que el juez contestó “se entenderá como una declaración de inocencia”, seguido por alguna risa que otra. El resto de acusados se fueron levantando según los nombraba. Por supuesto que todos nos declaramos inocentes.

En el segundo día de juicio, Jackson se levantó e hizo el alegato de apertura en nombre del equipo internacional de fiscales. Robert Jackson no nos tenía mucho aprecio, el fiscal jefe de los EEUU en este juicio, dijo lo siguiente nada más comenzar el juicio.
- “El privilegio de iniciar el primer juicio de la historia por crímenes contra la paz mundial impone una gran responsabilidad. Los actos que perseguimos condenar y castigar han sido tan calculados, malignos y devastadores que la civilización no puede tolerar que sean ignorados, porque no podría sobrevivir a su repetición”.


Miré fijamente a Hess, levantando la ceja, cada vez estaba más sorprendido. Jackson continuó con su discurso durante unos minutos más con el objetivo de convencer al tribunal de nuestra culpabilidad sobre los cargos que se nos imputaban. Jackson y su equipo se fundamentaron en varios tipos de pruebas. Una de ellas fue los documentos alemanes que habían capturado, que nos habían robado, o dicho de otra manera los papeles de las personas encausadas. Nosotros cuando ordenábamos la ejecución de prisioneros de guerra o la persecución de personas u otros actos de la misma índole, el ministerio fiscal presentaba los documentos firmados por los individuos implicados.

Otra de las pruebas que presentaron, y personalmente para mí, la más dañina, fue el archivo fotográfico de las “atrocidades” nazis, como ellos lo llamaban. Los aliados capturaron nuestras fotografías y películas nazis. Algunas eran películas oficiales y otras eran personales de nuestros compatriotas alemanes sobre los asesinatos en masa y otras ejecuciones. También los aliados presentaron películas grabadas al final de la guerra donde aparecían miles de judíos muertos en los campos de exterminio.

Lo más comentado durante el juicio fueron los crímenes contra la humanidad. Cuando me mostraron los videos de ejecuciones y otras torturas que realizamos en los campos de concentración, me sentí mal, mi corazón se encogió de verdad, solo pude bajar la mirada ante la dureza de esas imágenes.

El juicio seguía su camino, y ya era primavera de 1946. Tras cuatro meses de testigos del ministerio fiscal, nos hicieron subir uno por uno al estrado. Yo estuve observando atentamente los alegatos de mis compatriotas, la mayoría dijo que obedecía órdenes y culparon a Hitler de todo. Ante tal acto de cobardía me sentí indignado con mis compatriotas. Uno tras otro renegaron del führer al que habían referenciado durante tanto tiempo, los políticos culparon a los soldados, y estos a los políticos, afirmando que solo hacían su trabajo. Malditos cobardes.


Cuando subí al estrado en marzo hablé ininterrumpidamente durante 9 días. Muchas veces sentí la admiración y era totalmente consciente de la gran actuación que estaba desplegando. Creo que gané puntos, la gente me consideraba lo que era, un as de la primera guerra mundial y por supuesto tenía una gran presencia. En algunos momentos causé alguna risa, estaba a gusto. Defendí el honor de Hitler, sentía por él una gran admiración. Dejé bien claro que no mostraba ningún arrepentimiento de todo lo que hice, y es más, hice un gran favor a la humanidad.

El resto del verano seguimos defendiéndonos de las acusaciones, 61 testigos subieron al estrado para apoyar su posición. El 31 de Agosto el juicio estaba visto para sentencia, los jueces se retiraron a deliberar. Ese día estaba muy nervioso, no se que iba a ser de mi.

Durante todo este tiempo que estuve encarcelado, hice amistad con un vigilante estadounidense, creo que tenía una excesiva admiración hacia mi persona y a mi no me venía nada mal tener una amistad con él allí dentro. Hablábamos mucho, de diferentes temas, él se interesaba sobre todo por la caza y las armas. Yo me extendía en mis descripciones, en mi trabajo como comandante en jefe de las Fuerzas Aéreas Alemanas, me encantaba hablar de mi trabajo, soñaba con ello. Pronto entramos en temas de mas confianza, mas cercanos, llegándome a contar que a mi me consideraban como “el líder de una guerra de agresión y el creador del programa de persecución contra los judíos”.

Durante un largo mes estuvimos esperando el veredicto, la sentencia, nuestro futuro. Hoy era 30 de septiembre de 1946 nos reunimos por última vez en la sala. Mi mirada estaba perdida, no sabía donde mirar, aquellos jueces nos miraban con ojos desorbitados. Encontraron a 19 de los procesados culpables de al menos uno de los cargos imputados.

Ese día nunca le olvidaré, fui condenado a muerte, a la horca. Rápidamente pedí la palabra, diciendo que quería morir ante un pelotón de fusilamiento, como mandaba el procedimiento militar, “¡¡¡qué nos traten como militares!!!- dije gritando. La horca me parecía degradante. Llegaba mi final, estaba nervioso. El tribunal rechazó mi petición, colgado sería el modo de terminar con mi vida…, no harían ningún tipo de distinción.

Cuando volvimos a las celdas, todos nos preguntábamos cuando sería la fecha de nuestra muerte. Pasados unos días, yo sabía perfectamente que la noche del 15 de Octubre sería mi última.

Hoy es 15 de octubre, son las ocho de la tarde y éstas son mis últimas líneas antes de partir a un mundo que desconozco. No tengo miedo a nada, no me arrepiento de nada, pero sí tengo una cosa muy clara, esta noche no voy a morir colgado. Pasaré a la historia como lo hizo Hitler. En la puerta, el guardia no me quita ojo, teme algo. Con mi pijama de seda puesto y las manos esposadas, me voy a meter en la cama, nunca mas saldré de ella con vida.

A las 22:44 el guardia vio que Goering se había petrificado de repente, momentos antes le había visto mover las manos en numerosas ocasiones hasta que cayeron hacia un lado. En principio el guardia pensó que había tenido un ataque al corazón.
Goering mordió la capsula de vidrio que ocultaba en la boca con cianuro, en cuestión de minutos murió.


Estas fueron las condenas en el juicio de Nuremberg:
[1] Karl Doenitz. Almirante, jefe de la Armada y Canciller desde el suicidio de Hitler. 10 años de prisión. Cumplió íntegramente la condena.
[2] Hermann Goering. Mariscal del Reich, Viceführer y sucesor oficial de Hitler. Condenado a la horca. Se suicidó horas antes de la ejecución.
[3] Rudolf Hess. Lugarteniente de Hitler. Cadena perpetua. Se suicidó en su celda de la cárcel de Spandau en 1987.
[4] Joachim Von Ribbentrop. Ministro de Asuntos Exteriores. Condenado a la horca.
[5] Wilhelm Keitel. Jefe del Mando Supremo de las Fuerzas Armadas. Condenado a la horca.
[6] Alfred Rosenberg. Ministro de los Territorios Orientales Ocupados y principal ideólogo del nazismo. Condenado a la horca.
[7] Hans Frank. Gobernador General de Polonia. Condenado a la horca.
[8] Wilhelm Frick. Ministro del Interior. Condenado a la horca.
[9] Ernst Kaltenbrunner. Jefe de la Gestapo. Condenado a la horca.
[10] Walther Funk. Ministro de Economía y Presidente del Reichsbank. Cadena perpetua. Excarcelado en 1957.
[11] Hjalmar Schacht. Exministro de Economía y Expresidente del Reichsbank. Absuelto.
[12] Hans Fritzsche. Lugarteniente de Goebbels en el Ministerio de Propaganda. Absuelto.
[13] Konstantin Von Neurath. Exministro de Asuntos Exteriores. Condenado a 15 años de prisión. Excarcelado en 1954.
[14] Albert Speer. Ministro de Armamento y Municiones y arquitecto de Hitler. 20 años de prisión. Cumplió íntegramente su condena.
[15] Arthur Seyss-Inquart. Comisario del Reich en los Países Bajos. Condenado a la horca.
[16] Franz Von Papen. Ex vicecanciller y Embajador. Absuelto.
[17] Alfred Jodl. Jefe del Estado Mayor. Condenado a la horca.
[18] Fritz Sauckel. Plenipotenciario para el empleo de mano de obra, responsable de las deportaciones masivas. Condenado a la horca.
[19] Baldur Von Schirach. Jefe de las Juventudes Hitlerianas. 20 años de prisión. Cumplió íntegramente su condena.
[20] Erich Raeder. Almirante y exjefe de la Armada. Cadena perpetua. Fue excarcelado en 1955.
No presentes en la sala:
Robert Ley. Jefe del Frente del Trabajo Alemán. Se suicidó un mes antes del juicio.
Gustav Krupp. Dueño del mayor grupo industrial alemán. Anciano y enfermo fue declarado incapacitado para ser juzgado.
Martin Bormann. Secretario personal de Hitler. Condenado en ausencia a la horca. Murió en mayo de 1945, sus restos no se encontraron hasta 1973.
Julius Streicher. Agitador antisemita. No aparece en la foto ya que faltó a varias sesiones por enfermedad. Condenado a la horca.

Click para ampliar la imagen.

Los cuerpos de los 12 condenados a muerte fueron transportados a un crematorio e incinerados. El lugar exacto donde se esparcieron sus cenizas nunca se supo, aunque existen otras teorías.

Tras el suicido de Goering, el principal prisionero, se planteó una pregunta. ¿Quién proporcionó a Goering la cápsula de cianuro? La verdad es que nunca se supo realmente como lo había logrado introducir allí. Todo apuntaba a un oficial estadounidense. Pero no se supo con certeza.


Hoy he contado lo que verdaderamente pasó en el juicio de Nuremberg, tanto personajes como diálogos son totalmente reales. Cada uno que saque sus propias conclusiones.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Jamás se ha podido demostrar desde entonces con pruebas contundentes y científicas, la existencia de las famosas cámaras de gas para exterminar, solo testimonios contradictorios de algunos supuestos testigos, esto entre otros ridículos e inverosímiles cargos que se le imputaban al Nacional Socialismo.

Anónimo dijo...

Porfavor como se puede decir semejante barbaridad!! Hay gente q deberia mirarse un poco el trastorno mental q tiene.
Anita D.L.

Anónimo dijo...

No es ninguna barbaridad. Barbaridad es decir que han muerto 6 millones de judios.

Infórmate un poco de la historia. Que a lo mejor eres tu la que tienes un trastorno mental.

Anónimo dijo...

Hoy podemos decir que sto ayudo en mucho a la huanidad , Medicina y todo.

Anónimo dijo...

?¿?¿?¿?¿?, ¿en que ha ayudado?

Anónimo dijo...

En identificar una raza pura. En eso ha ayudado.

Anónimo dijo...

QUE TE PERDONEN LAS MILLONES DE ALMAS JUDIAS QUE MURIERON EN ESOS CAMPOS DE CONCENTRACION, QUIERES JUSTIFICAR LO QUE LA HISTORIA Y HUMANDIDAD FUE TESTIGO, SIN CONTAR LAS CONFESIONES DE ESOS NAZIS, COMO TIENES EL VALOR DE NEGAR LAS BARBARIDADE NAZIS... O EL DIARIO DE ANA FRANK NO TE DICE NADA O LOS DOCUMENTALES, LAS IMAGENES LAS ESTADISTICAS, PORQUE INTENTARON MILITARES DIGNOS DE ATENTAR CONTRA LA VIDA DE HITLER, ESE ABERRADO Y ACOMPLEJADO ENANO QUE NI ARIO ERA, TENIA UN TRANSFONDO JUDIO... MALDITA LA HORA EN QUE NACIERON

Anónimo dijo...

Nunca jamás murieron 6 millones de Judíos, esto es una mentira, una gran falacia creada por los mismos judíos para manipular y chantajear a la humanidad durante décadas.... Nunca jamás existieron las cámaras de gas para matar judíos es una gran farsa, que barbaridad!, y pensar que nos siguen vendiendo la gran mentira de que murieron 6 millones de judíos!, mas bien son 6 millones de mentiras las que nos han hecho creer los judíos para chantajearnos!.

Anónimo dijo...

NO SEAN MENTIROSOS, NO CUENTEN MENTIRAS NI FALACIAS, NUNCA JAMÁS MURIERON 6 MILLONES DE JUDÍOS EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL, ESO ES UNA MENTIRA DEL TAMAÑO DEL CHANTAJE QUE NOS ESTÁN HACIENDO LOS MISMOS JUDÍOS QUE HOY MATAN DE HAMBRE A LA HUMANIDAD CON ESTA GRAN CRISIS... NO EXISTIERON LOS CAMPOS DE EXTERMINIO, NO EXISTIERON LAS CAMARAS DE GAS... NUNCA JAMÁS MURIERON 6 MILLONES DE JUDÍOS, YA NO DIGAN MÁS MENTIRAS, NO MÁS FARSAS.

Juan Barrido U. dijo...

y qué importa si ha sido 1 o 6 millones... o los más de 20 millones de muertos que dejó la guerra... lo relevante de Núremberg se basa en que se castigó a unos psicópatas.. el matar a uno a miles, es a la larga lo mismo, igual se es un asesino y en el nazismo, el asesinato fue y es la base. triste ver que haya gente defendiendo asesinos... me pregunto ¿y si hubiese sido un familiar? aquí no se trata de verificar si es verdad o no un hecho porque las fotos y videos hablan por si mismas... no hay peor ciego que el que no quiere ver... solo un asesino, defiende a otro. PUNTO

Anónimo dijo...

Con que moral hicieron los Juicios de Nuremberg, y no juzgaron al genocida de Eisenhower por la matanza de 950,000 prisioneros alemanes, violando el Convenio de Ginebra. A Harry Truman por lanzar las bombas atomicas contra Hiroshima y Nagasaki matando a más de 300,000 civiles japoneses. A los generales aliados que bombardearon a la poblacion civil alemana, causando la muerte de un millon de niños, mujeres y ancianos. Los unicos ganadores fueron los judios que recibieron una millonaria indemización al mentir que murieron 6 millones de judios, lo cual es la mayor farsa del siglo XX. El verdadero Holocausto lo vive el pueblo palestino a manos de los judios, siendo Ariel Sharon uno de los más grandes genocidas de la historia.

Anónimo dijo...

Ana Frank?documentales??las estadísticas???? Perdona que me ría porque el chiste es muy bueno JAJAJAJAJA...ah por cierto llamar enano a Hitler que posiblemente era mas alto que tu ya tiene guasa eh....no me extraña que este mundo este tan manipulado con gente que cree a pies puntilla todo lo que dicen los que defienden sus intereses capitalistas.
Panda de borregos!!!

Publicar un comentario