martes, 24 de mayo de 2011

THE RIPPER.


En el otoño de 1888 se sembró el terror en las calles del East End de Londres. Durante diez semanas el barrio fue el escenario de una serie terrorífica de crímenes. Años mas tarde se denominó el “otoño del terror”. Asesinatos que conmovieron hasta a la reina Victoria, quien dijo que “la máxima prioridad era encontrar al asesino de prostitutas”.

Unos crímenes perpetrados por un siniestro personaje llamado “Jack El destripador”, nombre con el que firmaba las cartas que enviaba con orgullo a Scotland Yard, y quien se perdía en las transitadas calles de una marginal zona de Londres, llenando de espanto y conmoción a las sociedad victoriana, quien nunca supo quien era en realidad “El destripador”.

Actuaba concretamente en el distrito de Whitechapel, y en áreas empobrecidas de alrededores. Su seudónimo aparecía constantemente en todos los medios de comunicación. Era un asesino inteligente, eficaz, frío y obsesionado con matar. Su modus operandi consistía en el degollamiento, estrangulación y mutilación abdominal. Muchos pensaron que tenía altos conocimientos de cirugía.

Su primer crimen oficial, por así decirlo, tuvo lugar el 31 de agosto, aunque en su día se sospechó que por lo menos dos asesinatos anteriores menos publicitados habrían sido también obra suya.

El asesino de Whitech construye de sí mismo una historia prosaica, un enigma, un fantasma que se perdía en la bruma londinense, un hombre que nunca fue visto, que no pudo ser detenido, que no se sabe porque mataba, y mas enigmático, ¿por qué dejó de hacerlo? Un misterio que en realidad se convirtió en leyenda.

Al destripador han llegado a atribuírsele 14 asesinatos algunos anteriores a 1888 y otros posteriores al mismo año. Únicamente en 5 crímenes no existen dudas que fueron cometidos por el mismo homicida. Las desafortunadas que se clasifican como víctimas suyas son las siguientes: Mary Ann Nicholls, Annie Chapman, Elizabeth Stríde, Catheríne Eddowes y finalmente Mary Kelly.


De todos los asesinatos, el más terrorífico de la lista de los cinco, fue el último. En esta ocasión y única vez, Jack estuvo solo con su víctima en un cuarto, donde pudo desarrollar toda su macabra tarea plácidamente, porque esta vez el tiempo no era el problema. El informe policial fue el siguiente:

"La garganta había sido cortada de tajo con cuchillo, casi separando la cabeza del cuerpo, el abdomen fue parcialmente rasgado y ambos separados a cuchillazos del cuerpo; el brazo derecho como la cabeza, colgaba del cuerpo solo por la piel. La nariz había sido desprendida, la frente despellejada, y los muslos descarnados hasta los pies."

"El abdomen había sido cortado de arriba hacia abajo, con un cuchillo y el hígado y las entrañas, arrancados. Las entrañas y otras partes del cuerpo habían desaparecido pero el hígado y los intestinos... según se dice estaban colocados entre los pies de la pobre víctima. El asesino había puesto encima de una mesa la carne de los muslos y de las piernas, junto con los pechos y la nariz, y una de las manos de la víctima había sido hincada en el estómago".

Mientras la policía continuaba buscando cualquier pista que le llevase al parricida, el destripador seguía asolando los barrios de prostitutas sin dejar rastros. En septiembre de 1888 el asesino se da a conocer enviando una carta a la Agencia Central de Noticias de Londres, donde llevaba la firma Jack “El Destripador”. Decía lo siguiente:
«Anduve oyendo que la policía ya sabe quién soy. Me he reído al verlos decir que están en la dirección correcta [...] Amo mi trabajo y ya quiero empezar de nuevo. Pronto volverá a escuchar de mis divertidos juegos /. . .. Suyo sinceramente, Jack, el destripador».

En el mismo mes, Jack volvió a escribir al jefe del comité que patrullaba el barrio de los crímenes, Charles Lusk, donde decía; «Lusk puede buscar en todo el infierno pero no me encontraría aunque estuviera frente a su nariz todo el tiempo. Su viejo amigo Jacky». Personalmente esto me hace pensar la prepotencia y superioridad de Jack, donde parece ser que tenía todo controlado, y esta carta no fue todo, también envió un paquete y una nota. «Desde el infierno. Señor Lusk le adjunto la mitad de un riñón que tomé de una mujer y que he conservado para usted, la otra parte la freí y me la comí, estaba muy rica. Puedo enviarle el cuchillo ensangrentado con que se extrajo, si se espera usted un poco. Firmado, Atrápeme si puede Señor Lusk."».

Posteriormente siguió asesinando sin piedad, parecía que tenía el don de ser invisible. La actividad policial era frenética, cada rincón era registrado, cada sospechoso detenido e interrogado minuciosamente. Pasó el tiempo y nunca más se volvió a saber de Jack, no hubo más cartas ni más crímenes, parecía que el asesino había abandonado la escena del crimen para siempre, el caso fue cerrado en 1892, el mismo año en el que el inspector encargado del caso se retiró.

Todos nos preguntamos, que pasó con Jack “El destripador”. Lo único que hoy en día podemos decir, es que no era un asesino cualquiera, era una persona con gran inteligencia y tal vez una educación superior a la población de WhiteChapel, incluso se dice que pudo ser un personaje de clase alta. Se ha hablado de reputados pintores de la época, miembros de la familia real británica, e incluso de masones, pero realmente nunca sabremos quien fue, de ahí que su personaje sea todo un mito histórico aun en nuestros días.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bueno Poeta, no sabemos quien fué y creo que nunca lo sabremos, aunque a mi me da que fue el pintor, aunque la verdad, tiene pinta de que Jack era en realidad una mujer jajajajaja, un abrazo

Anónimo dijo...

Vaya temita el de Jack. Enhorabuena por el relato, aunque pensaba que nos ibas a revelar el nombre y apellidos del susodicho, jajajjaja.
Son incontables los interregantes acerca de este personaje que se ha hecho un hueco muy importante en la historia. Uno de ellos por supuesto es su nombre, pero otro es ¿por qué dejó de matar? Una de las hipótesis es que al ver el estado en el que quedó su última víctima Mary Kelly, hasta él o ella se quedó tan impactado por el grado de violencia que dejó de matar.
Enhorabuena y expectantes ante tu próximo artículo.
RUME.

Publicar un comentario